Colegio Cefi

Temas actuales

Sobre la calidad de la presencia

La calidad de presencia tiene que ver con sentirse escuchado incluso sin decir nada.

Ser “leído” entre líneas o en microexpresiones faciales. Ser “conocido” por el otro.

Experimentar la presencia actual de alguien puede parecer redundante. Es una expresión que uso en diferentes contextos, ya sea con alumnos en el aula, con amigos en reuniones casuales, o con la familia, cuando estamos con mucha gente. A veces, cuando estamos entre muchos, podemos “volar mariposas” y aterrizar en diferentes lugares, volando alto, rápido y no necesariamente captando los detalles de estar allí.  Una forma diferente de volar sería hacerlo suave y lentamente, observando lo que sucede dentro y fuera de ti, captando con todo el cuerpo toda la experiencia de estar ahí.

En los últimos tiempos, algunas experiencias profesionales me recordaron la importancia de esta rara y poderosa presencia presente, y me hicieron regresar al inicio de mi camino como psicoterapeuta. Durante mi pasantía en Psicología Clínica escuché a mis pacientes con las premisas de Carl Rogers, padre del Humanismo y el Enfoque Centrado en la Persona. No tenía grandes intenciones ni formulaciones teóricas en mente, simplemente creía en la “tendencia a la actualización” de quienes se sentaban frente a mí y trataban de escuchar con empatía y reflejar lo que escuchaban, ayudando a la otra persona a comprenderse aún más a sí misma, ampliar su experiencia y sentir lo que aparecía en su mundo interno. Durante las consultas me venían a la mente muchas imágenes que compartía con mis pacientes, casi como lo que hoy quizás llamaría metáforas o escenas/representaciones de experiencias. En ese momento, quería explorar eso en la supervisión. ¿Eran metáforas? ¿Fue intuición? ¿Cuáles eran esas imágenes? Mi supervisor me recomendó el libro “Cuando el corazón habla”, de Carl Rogers, para intentar darle alguna forma a esa experiencia.

Las experiencias profesionales recientes a las que me referí anteriormente fueron vividas en un Taller de Mindfulness Interpersonal con Manoela O’Connell que tuvimos la alegría de vivir en el CEFI, en seminarios de educación continua para profesionales de la salud que actúan en el Grupo Hospitalar Conceição y la participación como disertante en el evento conmemorativo de los 25 años del Banco de Alimentos. El taller con Manoela realmente nos invitó a escucharnos, conectando mirada con mirada, con una presencia genuina. Para el seminario de GHC, sobre “Herramientas de autocuidado para el cambio de estilo de vida”, me aventuré a invitarlos a entrenar más allá de la metodología de la Entrevista Motivacional: probaron 2 momentos de ejercicio. En el primero, el hablante presentaba una queja y el oyente escuchaba en silencio y luego decía qué hacer y cómo hacerlo. En el segundo ejercicio, la orientación fue escuchar a la otra persona con todo el cuerpo, como quien contempla el atardecer, observando los detalles como si lo mirara por primera vez. En el evento del Banco de Alimentos la invitación fue “Ciclo de vida: acogida y escucha activa”, y el hilo conductor fue precisamente la presencia presente. La presentación de diapositivas presentaba rostros de personas de diferentes edades y diferentes expresiones faciales y la invitación al público era a “leer” esos rostros y darles la bienvenida, ya que estaba seguro de que cada uno sabía dentro de sí cómo dar la bienvenida.

Los informes y comentarios fueron tan poderosos como la grandeza de la calidad de la presencia. Mi propia experiencia en algunos contextos se transformó con este ejercicio de proponer estar en lugares con todo mi cuerpo y mente (división innecesaria, pero didáctica :).

Hoy en día, además de practicar la gratitud diariamente, he tratado de practicar esta cualidad de presencia con mi esposo, hija, familiares, pacientes, compañeros de trabajo o amigos. La diferencia en la calidad de estar presente (sin teléfono celular, sin problemas que resolver) versus estar de cualquier manera grita demasiado.